La sede de la BJKC y la Copa Davis por dentro
16/11/2024 15:56
Cuando el tenis llega al Palacio de Deportes José María Martín Carpena en Málaga, no sólo se trata de raquetas y pelotas. Este epicentro de emociones deportivas ha sido transformado en un complejo multifacético para recibir las Finales de la Billie Jean King Cup y la Copa Davis, en una auténtica Copa Mundial de tenis. Aquí, lo que sucede dentro y fuera de la cancha es un espectáculo en sí mismo.
By Maximiliano Boso
La sede de las Finales es un ecosistema de tenis en Málaga. Para los fanáticos, la Fan Zone es el corazón del evento. Con una pantalla gigante, food trucks, juegos, activaciones de patrocinadores y merchandising oficial, cualquier persona puede acercarse a vivir la pasión del tenis. Y no es un decir: la Fan Zone es un espacio abierto para el que no se necesita ticket, de modo que perfectamente se puede acceder en familia o entre amigos, comer bien, ver tenis desde las reposeras y disfrutar bajo el sol malagueño.
El área de hospitalidad es otro de los grandes atractivos. Una gigantesca carpa con capacidad para 1.000 personas (que aumenta a 1.300 durante la Copa Davis con una zona exclusiva) alberga a sponsors, invitados especiales, y compradores de palcos. Un buffet caliente y frío, renovado diariamente, asegura un maridaje tenístico perfecto, una experiencia de primer nivel.
A solo 600 metros del estadio, en un terreno perteneciente a la Universidad Alfonso X, se instaló el área de jugadores. El terreno, eso sí, presentó numerosos desafíos, ya que hubo que hacer las conexiones para el servicios como agua corriente, electricidad y conectividad.
Aquí, seis canchas de entrenamiento bajo una carpa gigantesca ofrecen privacidad total, con traslados rápidos en vehículos oficiales Lexus. Cada equipo cuenta con un lounge propio, equipado con taquillas personalizadas para cada tenista, pantallas y un muro decorado al gusto de cada equipo. Si hablamos de comida, Paco es el encargado de que todo cumpla con las expectativas. Los equipos toman la comida que quieren y se la llevan a su lounge para disfrutarla en intimidad y mientras siguen las instancias deportivas a través de los televisores.
El cuidado físico de los atletas es una prioridad. Equipos médicos de diversas nacionalidades garantizan atención personalizada y variedad de idiomas, respaldados por máquinas de ecografías, rayos X y crioterapia, además de zonas de fisioterapia y recuperación, y un gimnasio muy amplio para satisfacer la demanda en los momentos de mayor congestión entre ambos torneos. Los resultados de los estudios tienen prioridad y suelen estar en el transcurso de la misma jornada.
Ya dentro de la cancha, en la Billie Jean King Cup, los bancos de suplentes se convirtieron en estaciones tecnológicas gracias al patrocinio de Microsoft y su plataforma de inteligencia artificial Copilot. Esta herramienta ofrece a jugadoras, capitanas, y capitanes datos en tiempo real sobre el juego, procesados a través de la nube de Microsoft Azure. Desde las trayectorias de las pelotas hasta patrones de movimiento, todo está al alcance en tablets disponibles para cada partido. Además de la tecnología, las butacas son también novedosas y cuenta con un diseño ergonómico que las muestra como las de los grandes estadios de fútbol o las que usan los gamers.
El impacto local es evidente. Más de 5,000 personas están acreditadas para trabajar en las Finales, incluyendo un alto porcentaje de colaboradores de Málaga y alrededores. Proveedores locales y empleo temporal refuerzan el compromiso de dejar un legado positivo en la comunidad.
La demanda de entradas también refleja el carácter global del evento. Países Bajos lidera con 800 entradas compradas a través de su federación, con Alemania demandando otras 200, mientras que países como Argentina podrían aprovechar su gran comunidad en España para alentar a su equipo.
Con una organización que combina tecnología, hospitalidad y logística impecable, Málaga no solo acoge dos grandes eventos de tenis, sino que se transforma en el hogar perfecto para jugadores, fanáticos y colaboradores. Entre el rugido de la pelota y la calidez de su gente, la ciudad demuestra por qué es una sede que deja huella.